martes, 23 de agosto de 2011

No veraneéis como paganos


Nada como trabajar con ellos para darse uno cuenta de que lo de la doble moral es más cierto que nunca. No quiero decir con ello que haya que lapidar a nadie por tener  17 años y hacer las cosas inherentes a los 17 años, pero lo ético sería ir de frente y asumirlo.

Pasadas las JMJ, a mí me ha tocado trabajar –como camarera en un hotel cinco estrellas- dando de cenar a una hueste de unos doscientos peregrinos italianos, y ha sido cuando definitivamente he perdido la poca tolerancia que me quedaba para con el colectivo católico.
Cierto es que lo que piense Benedicto a muchos de los creyentes les resulta retrógrado, pero aunque uno esté a favor del empleo del preservativo aun considerándose cristiano, debería haber consonancia entre lo que se dice y lo que se hace. No hace falta creer en Dios para ser fiel a uno mismo, y con lo exigente que la Iglesia Romana para con algunos hábitos, deberían replantearse a qué tipo de personas admiten en su seno.

Desde luego, no pensé al comenzar mi jornada laboral que me iba a encontrar a beatos cabizbajos con las palmas en el pecho, pero tampoco imaginé que trabajaría entre maleducados que, más que peregrinos, parecía un grupo de jóvenes endemoniados recién salidos de la selva.

Empujones en la cola para ser el primero en llegar a la comida, ansias por llenar plato de comida para acabar dejando más de la mitad (ya lo decía mi bisabuela, se llena antes el papo que el ojo), flirteos que más que flirteos eran actos puramente lascivos (¡incluso yo estaba escandalizada!), gritos, insultos, carreras en mitad del salón, carencia absoluta de modales y, como colofón, un cura gritando en italiano: “no comáis como paganos”. ¿A qué se refería el párroco, a comer con educación?

No quisiera juzgar a los chavales simplemente por ser adolescentes, todos hemos tenido 17 años y sabemos el nivel hormonal que se sufre, pero me repatea que sean capaces de jactarse de su mala educación y te miren por encima del hombro como diciendo “me lo tienes que consentir, soy peregrino”.

Bueno, quizás no me repatea tanto, seamos sinceros. Lo que me jode someramente es que hayan estado una semana viviendo de fondos públicos que hemos pagado los contribuyentes (aunque no haya sido totalmente, incluso aunque haya sido en parte), y ahora decidan quedarse un par de días más en Madrid en un hotel 5 estrellas.
Yo seré pagana, pero al menos no me dejo caer en la opulencia y, mucho menos, en el cinismo de pedir cuando no lo necesito. Seré pagana, pero honrada y con un mínimo de educación.

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