lunes, 30 de mayo de 2011

La historia siempre la cuentan los vencedores

Hoy Público contiene una noticia acerca del Diccionario Biográfico Español, en el que según el diario se podrá leer en la voz de Franco (escrita por Luis Suárez, historiador vinculado a la Fundación Francisco Franco) que fue "autoritario, pero no totalitario", obviando datos como la autarquía o la represión.


Por lo visto, el diccionario también cuenta que Franco "tras una guerra larga de casi tres años" derrotó a "un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores". Parece que el apoyo que Franco recibió de Hitler, en el que este último tanteó la efectividad su armamento de tecnología punta antes de la II Guerra Mundial, sería mucho menos avanzado que las obsoletas armas que recibió el bando republicano del bloque soviético.


En fin, está claro que en España la polémica Ley de Memoria Histórica sirve para que los fascistas retrógrados y reaccionarios que copan la Real Academia de Historia se limpien el culo gracias a iniciativas que nacen de políticos de "centro" como el señor José María Aznar que, por cierto, aparece en el diccionario, y en su entrada tras hablar de las reservas del entonces Presidente del Gobierno respecto a la tregua de ETA de 1998, oculta el acercamiento de 135 presos; además, se achaca la derrota en las Elecciones de 2004 al hundimiento del Prestige.


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jueves, 5 de mayo de 2011

¿Cuánto vale un ser humano?

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que toda persona tiene derecho a un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa. Esa es la misma declaración en la que se apoya Occidente para que a nuestros políticos se les llene la boca hablando del Estado de Derecho. Son esos mismos políticos lo que ahora dan la enhorabuena por el asesinato de una persona que, casualmente, puede ser la mayor fuente de información en la lucha internacional contra el terrorismo.

Desde luego era demasiado complicado para Estados Unidos mantener a Bin Laden con vida en los tiempos que corren. Demasiado tienen ya con Guantánamo. Demasiado tienen ya con las revueltas árabes. Demasiado tienen ya con la guerra de Libia. Demasiado tienen con lo que, muy a su pesar, hay que definir como terrorismo de Estado.

Me pregunto cuánto vale un ser humano. Me pregunto cuántos afganos han tenido que morir a cambio del atentando de las Torres Gemelas para que ahora se termine la historia con un simple balazo. Me pregunto por qué esa prisa para deshacerse del cadáver. Me pregunto por qué para los estadounidenses valen más los civiles de Libia que los de Siria, o los de Afganistán, por poner dos ejemplos fáciles.

Me pregunto por qué es justo ahora, en mitad de las revueltas árabes, en mitad de una crisis por las declaraciones de WikiLeaks respecto a Guantánamo, en mitad de una ferviente defensa de Estados Unidos por la vida de las personas, justo ahora, cuando al fin se encuentra a Bin Laden, se pretende conservar su vida pero se va a por él a bocajarro, y su cadáver acaba esfumándose en el mar. A los señores defensores del Estado de Derecho habría que decirles, por muy políticamente incorrecto que suene, que lo que han hecho no es alcanzar una victoria, sino cometer un asesinato.