martes, 23 de agosto de 2011

No veraneéis como paganos


Nada como trabajar con ellos para darse uno cuenta de que lo de la doble moral es más cierto que nunca. No quiero decir con ello que haya que lapidar a nadie por tener  17 años y hacer las cosas inherentes a los 17 años, pero lo ético sería ir de frente y asumirlo.

Pasadas las JMJ, a mí me ha tocado trabajar –como camarera en un hotel cinco estrellas- dando de cenar a una hueste de unos doscientos peregrinos italianos, y ha sido cuando definitivamente he perdido la poca tolerancia que me quedaba para con el colectivo católico.
Cierto es que lo que piense Benedicto a muchos de los creyentes les resulta retrógrado, pero aunque uno esté a favor del empleo del preservativo aun considerándose cristiano, debería haber consonancia entre lo que se dice y lo que se hace. No hace falta creer en Dios para ser fiel a uno mismo, y con lo exigente que la Iglesia Romana para con algunos hábitos, deberían replantearse a qué tipo de personas admiten en su seno.

Desde luego, no pensé al comenzar mi jornada laboral que me iba a encontrar a beatos cabizbajos con las palmas en el pecho, pero tampoco imaginé que trabajaría entre maleducados que, más que peregrinos, parecía un grupo de jóvenes endemoniados recién salidos de la selva.

Empujones en la cola para ser el primero en llegar a la comida, ansias por llenar plato de comida para acabar dejando más de la mitad (ya lo decía mi bisabuela, se llena antes el papo que el ojo), flirteos que más que flirteos eran actos puramente lascivos (¡incluso yo estaba escandalizada!), gritos, insultos, carreras en mitad del salón, carencia absoluta de modales y, como colofón, un cura gritando en italiano: “no comáis como paganos”. ¿A qué se refería el párroco, a comer con educación?

No quisiera juzgar a los chavales simplemente por ser adolescentes, todos hemos tenido 17 años y sabemos el nivel hormonal que se sufre, pero me repatea que sean capaces de jactarse de su mala educación y te miren por encima del hombro como diciendo “me lo tienes que consentir, soy peregrino”.

Bueno, quizás no me repatea tanto, seamos sinceros. Lo que me jode someramente es que hayan estado una semana viviendo de fondos públicos que hemos pagado los contribuyentes (aunque no haya sido totalmente, incluso aunque haya sido en parte), y ahora decidan quedarse un par de días más en Madrid en un hotel 5 estrellas.
Yo seré pagana, pero al menos no me dejo caer en la opulencia y, mucho menos, en el cinismo de pedir cuando no lo necesito. Seré pagana, pero honrada y con un mínimo de educación.

jueves, 18 de agosto de 2011

Reflexiones de una agnóstica

Al fin Madrid parecía vestir los colores de la libertad. Después de la invasión de hordas de peregrinos que apoyan ideas retrógradas y pasadas de tuerca, en la Plaza de Tirso de Molina retumbaban consignas en favor la aconfesionalidad y en contra de la financiación pública de una visita eclesiástica dentro de un país constitucionalmente laico.

Sin embargo, los peregrinos, esos que han de amar al prójimo y poner la otra mejilla en caso de ofensa, esperaron en Sol a los manifestantes que criticaban la institución que los representaba. De hecho, no sólo esperaron en la Meca de la Spanish Revolution como un arrebato de onerosa provocación, sino que lo hicieron respaldados por una policía que se mantiene a flote gracias a los impuestos de los manifestantes.

Me parece desconcertante que tantos millones de personas decidan que tienen que ser otros los que marquen su moralidad propia, ya que no saber diferenciar entre el bien y el mal y escudarse en un ser divino para que sus enviados se lo expliquen es, ante todo, un insulto a la inteligencia. Sin embargo, quizás estos cristianos se dejan vencer por la pereza (que por cierto, es un pecado capital) de pensar, razonar y decidir por sí mismos qué es ético y  qué no, y como cada persona es libre de decidir cómo quiere vivir y a quién le vende su alma, no son justificables los insultos que ayer recibieron.

Me escandaliza que los que van predicando paz y bondad decidan tan alevosamente plantar cara a la manifestación provocándola, me horroriza que sean las fuerzas del orden las que secunden esa propuesta, pero me entristece que seamos capaces de entrar al trapo, porque la imagen que el mundo se llevará del laicismo español es intolerancia y batalla campal.

Ayer no nos manifestamos contra los peregrinos, por lo que caer en sus provocaciones les hizo andar un paso por delante de nosotros. Yo, como agnóstica, no necesito a Dios ni a Benedicto para que me adjudiquen una escala de valores, pero como buena pacifista que soy, creo que en este caso deberíamos haber puesto la otra mejilla.

martes, 16 de agosto de 2011

Reinvientar el cristianismo

De tanto que se habla sobre el Papa en estos días, hay que reconocer que el tema clerical comienza a ser, de manido, hastioso. Sin embargo, supongo que para los que no podemos evitar ir a trabajar en esta tercera semana de agosto, el aluvión de peregrinos que superpuebla las calles de Madrid se nos antoja molesto, ridículo y ofensivo.


No pretendo comenzar una cruzada contra los cristianos, pues aparte de inútil y a destiempo, me resulta contraria a mi forma de pensar. Admito ser agnóstica, por lo que admito ser profeta única de mi propia moral, ya que los adoctrinamientos que dirigen terceras personas me parecen, en pleno siglo XXI, retrógrados y, por qué no, inmorales en sí mismos (no me refiero a las ideas que puedan transmitir, sino al hecho formal de intentar educar la moral de otros en nombre de un ser supremo que ni siquiera está demostrado que exista). No obstante, pese a mis esfuerzos por respetar a esta inmensa concurrencia que veranea por un módico precio en las asfixiantes calles de la capital, me resulta inevitable divagar sobre la necesidad que les urge de reinventar sus dogmas para hacerlos creíbles.


Partiendo de la base, las directrices que marca el Cristianismo son, a grandes rasgos, diez: los diez mandamientos que un lejano día Moisés esculpió en piedra en el Monte Sinaí (tomemos esta historia como cierta, pues su veracidad en esta reflexión es irrelevante). Ahora bien, supongo que para ser un buen Cristiano y venir a las JMJ 2011 con la conciencia tranquila y poder defenderla con fervor, tanto los peregrinos, como la cúpula eclesiástica, como los encargados de recibir a la comitiva deberían seguir estar directrices.


El primer mandamiento establece que "Amarás a Dios sobre todas las cosas", y aunque no creo que Dios tenga forma de Euro o de capitalización bursátil, es un mandamiento que no voy a poner en tela de juicio, puesto que lo que haya dentro de los corazones de los cristianos es algo que sólo Dios puede ver.


El segundo mandamiento establece que "No tomarás en nombre de Dios en vano". Quizás a muchas personas sí les influyan las opiniones que Ratzinger pueda verter sobre la legislación española, pero en todo caso lo que piense el Papa respecto a la Ley del Aborto o la Ley del Matrimonio homosexual es de fútil importancia para el Congreso. Por tanto, sin centrarme en que es una somera falta de respeto que un Jefe de Estado venga a otro Estado a dudar acerca de la valía de sus leyes, el resultado es que Benedicto probablemente usará el nombre de Dios para polemizar más que para alcanzar soluciones a lo que él considera vacío espiritual.


El tercer mandamiento establece que "Santificarás el día del Señor". ¡Y tanto que lo santificarán! Para la comida que se está preparando para reunir al sumo Pontífice con los Cardenales de España, en un menú de tan sólo tres platos se degustarán un vino blanco (para el primero), un vino tinto (para el segundo) y un vino dulce (para el postre), con el aderezo especial de gelatina de gin tonic y gominolas de cerveza. Desde luego, si eso no significa santificar, que venga Dios y lo vea, porque como mínimo saldrán cantando el Alabaré con ritmo de conga. 


El quinto mandamiento (me salto el cuarto porque es el de honrar al padre y a la madre, y reconozco la carestía de información) establece que "no matarás". Entrar al trapo con lo de las Guerras Santas después de tantos siglos considero que no tiene sentido, pero me pregunto el número de personas que habrá muerto de Sida por la prohibición explícita de la Iglesia de utilizar preservativos. Puede que no sea directamente, pero cercenar las conciencias también podría considerarse como matar.


El sexto mandamiento establece que "No cometerás actos impuros". Este tema es muy escabroso y la pedofilia me pone los pelos de punta, así que voy a saltármelo.


El séptimo mandamiento establece que "No robarás". Aquí tampoco voy a poner en duda si la Iglesia ha obtenido todos sus bienes materiales de forma lícita o no, únicamente voy a dejar caer que amedrentar y consolidarse gracias a la mentira supone un hurto más grave que el exclusivamente monetario: el hurto de la conciencia, de la dignidad y del individualismo.


El octavo mandamiento establece que "No mentirás". En este párrafo prefiero que sean Adán y Eva los que dejen su testimonio.


El noveno mandamiento establece que "No consentirás pensamientos ni deseos impuros". Idea íntimamente relacionada con la que no se desarrolla en el mandamiento número seis, por lo tanto correré un (es)tupido velo.


El décimo y último mandamiento establece que "No codiciarás los bienes ajenos". Supongo que sería lógico hablar de las riquezas de la Iglesia y cómo se han ido haciendo con ellas a lo largo de la historia. La verdad es que yo eso podría hasta excusarlo, puesto que la codicia del ser humano, como bien queda demostrado gracias al capitalismo agresivo en que estamos sumidos, no tiene fin. Sin embargo me pregunto para qué querría esta milenaria institución tantos libros y documentos como han ido requisando a lo largo de la historia, mientras las bibliotecas y centros de lectura han brillado por su ausencia... ¡Ah, ya lo tengo! Han codiciado la sapiencia de los pueblos, su bien cultural trasvistiendo siglos de poder en ignorancia popular. ¿Se refería Moisés sólo a bienes materiales?


En fin, que llegados a este punto y comprobando cómo la Institución Eclesiástica se cae por su propio peso, ahora mismo sólo quedarían dos alternativas posibles:
1. Cambiar inmediatamente la forma de actuar e intentar que haya consonancia entre lo que se dice y lo que se hace.
2. Cambiar los mandamientos sobre los que regir la moral ya que es evidente que estas obsoletas directrices no las sigue ni Dios.


Sin embargo, mucho dudo que los hábitos de tantísimos millones de personas vayan a cambiar, y mucho menos de aquellos que se suponen los elegidos por Dios. Por tanto, ofrezco una alternativa a tanta incongruencia que es mucho más fácil de lo que parece. Sólo consiste en interiorizar un nombre nuevo que los defina mejor y abandonar las arcaicas palabras que definen algo que no es verdad. Porque por muy malsonante que parezca, el nombre que define a esta religión no es el cristianismo, sino el HIPOCRIstianismo.

martes, 9 de agosto de 2011

Carta a un Fashion Victim

Querid@ Fashion Victim:


No todo es mofa en mis palabras de mofa, he de reconocer que te respeto. Igual que hay personas a las que le interesa la política, hay personas a las que le interesa la moda, y como en la Viña del Señor tiene que haber de todo (ya lo dice Benedicto), he de amarte como herman@ y no juzgarte por lo que piensas, siempre y cuando seas honrad@ (por supuesto, carta no aplicable a Camps).


Respeto tu polos de Lacoste, respeto tus perlas en las orejas, respeto tus chalecos de flecos, respeto tus pantalones de pitillo, respeto tus trajes de 300 euros, ¡y hasta respeto tus naúticos! De hecho, respeto que te interese más el modelito de mañana que lo que suceda en tu país.


Únicamente escribo esta misiva para rogarte que también me respetes a mi, que respetes mi indignación, mis camisetas del Che, mis pelos desgreñados, mi moreno de plaza y no de UVA, mi pasar olímpicamente de estilismo y mi no comentar cómo viste la gente (más por indiferencia que por ausencia de opinión). No me juzgues, por favor, ya se ocupan otros de juzgarme.


Creo que hay más formas de ser elegante que el vestido, quizás por eso me centro más en la oratoria que en el estilismo, pero esta forma de ser me pasa factura. Me miran mal en determinadas tiendas, me señalan con el dedo si paseo por determinados barrios y no me dejan entrar a las discotecas. ¿No te parece suficiente?


No me juzgues por mi ropa, te lo ruego. Creo que en el lenguaje visual hablo yo más con mi camiseta del Che que tú con tu vestido de Dior, y quizás por eso me criticas, me llamas perro-flauta sin compasión y te jactas en tu atuendo que cuesta más que mi salario mensual, y eso hiere mi corazoncito.


Es cierto, no sé vestir, es que realmente no me interesa, creo que lo importante en las personas es lo que no se ve, aunque a ti, Fashion Victim, Dior te hace ser transparente en muchos aspectos. A ti te importa la ropa, a mi me importan otras cosas.


Sólo te pido que me respetes, es cierto que mi porte va ligado a mi indignación, y pago con ello que me miren mal en algunos barrios y no me dejen pasar en las discotecas. Sin embargo tú, Fashion Victim, eres afortunad@, lo tienes todo.... ¡tu voto vale igual que el mío!

¿Cómo se financia Benedicto?

Más de 4 millones de parados, 41% de paro juvenil (el triple que en el resto del mundo), 641,40 € de salario mínimo mientras que la hipoteca media ronda los 810 €, un incremento del 50% en el billete sencillo de Metro mientras el Consejero de Transportes no sabe ni lo que es un metrobús, aumento de la edad de jubilación a los 67 años, eliminación del cheque-bebé,  reducción del gasto público a nivel estatal, reducción del gasto de las Autonomías (eso sí, solo las gobernadas por el PSOE).


¿Y mientras tanto qué sucede en Madrid? Sucede que madrid es un combinado de expectación y represión. Expectación por parte del colectivo católico que espera ansioso la visita del Papa, y represión de los que no ven con buenos ojos que en tal acontecimiento maniqueo haya financiación pública.


Los adeptos al Régimen al que un día puso cara Torquemada no cejan en su empeño de demostrar que la financiación es privada, pero hay que andarse con ojo al valorar las directrices de la financiación. Se estima que el 70% de las Jornadas las subvencionen los propios jóvenes con su inscripción (de unos 200 euros la más cara), mientras que el 30% restante correrá a cargo de la Fundación Madrid Vivo.


Respecto a estos datos hay que matizar dos cuestiones:
-Los 200 euros de inscripción pretenden cubrir el 70% de los costos del evento y la manutención y alojamiento de los peregrinos (y además toda la cúpula eclesiástica se alojará en hoteles, por lo que es probable que la filiación también cubra esos gastos).
-La Fundación Madrid Vivo está formada por entidades como Acciona, Banco Popular, Caja Madrid, El Corte Inglés, COPE, Telefónica, Fundación Botín, ABC, Telefónica, Iberia, Banco Santander, Vocento, Intereconomía y Grupo Eulen, entre otras.


Partiendo de esta base, cabe destacar que las empresas que conforman la Fundación Madrid Vivo se beneficiarán de exenciones fiscales que pueden alcanzar el 90% del capital invertido, es decir: la publicidad de verse expuestos ante más de medio millón de peregrinos les va a costar el 10% de lo que se supone van a gastar por puro altruismo. La pregunta es: ¿saldrá el dinero de esas exenciones fiscales de la casilla "asignación para la Iglesia" de la Declaración de la Renta? La verdad es que no he contrastado datos, pero me imagino la respuesta.


Por otro lado, habría que hacer mención de las prestaciones que beneficiarán a los peregrinos. Una vez aclarado el precio de la inscripción (200 euros), cabe destacar que ésta cubre gastos del evento, manutención, alojamiento, transporte y visitas a museos. No es por ser picajosa, pero teniendo en cuenta que la entrada media a un museo son 5 euros, que el billete sencillo de Metro está a un euro y medio, que las personas suelen comer (como mínimo) 3 veces al día y que el alojamiento es de una semana, estas vacaciones son un chollazo.


No dudo que la financiación directa de las JMJ sea privada, pero desde luego creo fehacientemente que los 10.000 efectivos policiales que las vigilarán supondrán una prima en el gasto de las arcas públicas, así como las facturas de agua y luz de gimnasios y colegios públicos que darán cobijo a los peregrinos y las exenciones fiscales de Caja Madrid, Banco Santander y demás empresas privadas.

viernes, 5 de agosto de 2011

¿En qué país vivimos?

Se habla mucho de la Spanish Revolution, pero he de decir que no me queda claro en qué país vivimos ni dónde estamos haciendo la revolución realmente.


Al principio se nos comparó con Túnez al tomar la Puerta del Sol, como si de la Plaza Tahrir se tratase, para reivindicar un futuro más digno y equidad en el sistema, representación política real y la efectividad del Sistema de Bienestar.


Al mismo tiempo, los que eran más soñadores y quizás menos exaltados, nos compararon con Francia en Mayo del ´68, y ese símil nos encandiló tanto que empezamos a ver la playa bajo los adoquines de la calle Alcalá, aunque con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que el mar lo formaba el azul de las lecheras. Igualmente la analogía a la francesa no hubiera tenido resultado, pues la deserción que supuso el verano de 1968 de La Sorbona no fue comparable al ahínco que se demostró tras el 22 de mayo en la luminiscencia madrileña.


Pasaron un par de meses y nuestra capital, que se supone vacía a mediados de verano, vio cómo el éxito de la Marcha Popular Indignada y la Manifestación del 19 de Junio reunía en sus calles a la friolera de 40.000 personas. En ese momento parecía estar claro que Sol había conseguido alumbrarnos de forma que fuésemos un movimiento que brillara con luz propia, ya no había hueco a comparaciones.


Sin embargo los días siguen pasando, y a mí me vienen a la mente diferentes países a los que nos asemejamos bastante, quizás con más objetividad que cuando nos hacían coincidir con Francia o con Túnez.


La libertad de expresión se está viendo minada en las calles de Madrid, derechos básicos como la libertad de reunión, la libertad de tránsito o la libertad de información se están socavando de forma que los medios que se supone han de actuar como mediadores sociales entre los ciudadanos y los políticos, se están viendo maniatados por las fuerzas opresoras de un sistema pseudo-fascista. Antes decíamos que los medios sólo informaban de lo que les resultaba fructífero para sus intereses, pero es que ahora la policía detiene a los periodistas de esos medios, y tenemos que soportar la aquiescencia del silencio, pues quien no conoce no lucha, y quien no lucha se conforma.


¿Recuerda alguien el Tíbet en 2008? ¿Alguien es capaz de recordar la situación del periodismo Chino durante los Juegos Olímpicos de Pekín? Pues los mismos que encontraron la mejor forma de criticar el legado de Mao utilizan ahora las armas de sus herederos para defender su inmunidad de estatus, y parece que a nadie se le ocurre hablar de represión informativa chinesca.


Sin embargo es quizás más atroz la otra comparación que se me ocurre a la situación que está viviendo ahora el centro de Madrid. ¿Recuerda alguien los juicios de Nuremberg? ¿Recuerda alguien cómo se defendían los militares nazis y los brigadistas de las SS ante las acusaciones de crímenes lesa humanidad? Intentaron alegar que ellos sólo obedecían órdenes, y que en determinados oficios uno no se puede plantear la moralidad de los actos, y tal alegato escandalizó al Mundo entero.


El pasado martes fui a entrar en la Puerta del Sol, pero más de 300 efectivos policiales blindaban los accesos y permitían el paso únicamente a las personas que aparentemente no eran disconformes con el sistema o simpatizantes del #15m. Al más puro estilo portero de discoteca iban escogiendo a los transehúntes y les decían "tú sí, tú no, ¿a ver? no, tú llevas cámara de vídeo, tú no, ¿y tú qué llevas? ¡Ah, bueno, bolsas de El Corte Inglés! Tú sí, pasa". Ante tal espectáculo, y conscientes de que las rastas y las camisetas por un Sáhara Libre eran impedimento para acceder, les preguntamos que si sólo se le permitía entrar a determinado estereotipo de personas, a lo que los policías respondieron que sí. Acto seguido, y visible ya nuestra indignación (perdón, quería decir RE-indignación) les preguntamos el por qué, a lo que uno respondió muy orgulloso: "Solo cumplimos órdenes, no nos las planteamos"

miércoles, 3 de agosto de 2011

El alzamiento de voz de los verdugos

Es asombroso cómo en nuestro país, que se supone dentro de los países más avanzados del mundo, se está llevando a cabo un acallamiento general de las voces disconformes con este sistema que sólo favorece a los más fuertes.


Miles de personas indignadas con una desequilibrada distribución de recursos alzan la voz para pedir un poco de justicia en el sistema, y la noción general es que no son más que piojosos perroflautas que no tienen mejor cosa que hacer... ¿Eso no le da a nadie qué pensar? ¿Que en pleno agosto, mes de vacaciones, la gente no tenga nada mejor que hacer que estar movilizándose por un mundo más justo?


Ancianos afectados por el recorte de pensiones, padres de familia parados sin tener qué dar de comer a sus hijos, becarios que trabajan diez horas diarias por apenas 300 euros al mes, jóvenes recién licenciados que no encuentran dónde colocarse dentro de nuestras fronteras... y para colmo, las multinacionales textiles que colman la Puerta del Sol quejándose de las pérdidas económicas que están sufriendo porque las víctimas de sus recortes (al igual que de los recortes de otras muchas empresas) han decidido salir a la calle para reivindicar su derecho a una vida digna. 


¿Esto está pasando de verdad? ¿De verdad comerciantes como el señor Amancio Ortega están indignados con los indignados? Quizás este tipo de empresarios dentro de sus mansiones sitas en parcelas de varias hectáreas no llegan a ser conscientes de que el salario de sus dependientes/as no llega siquiera a los mil euros, cuando lo más triste es que esos pseudo-mileuristas han de estar agradecidos por tener trabajo y posibilidades de vivir asfixiados 40 años para pagar un piso de 20 metros cuadrados.


Por otro lado, no paro de escuchar a la derecha rancia ultracatólica despotricar de los indignados, que cómo se atreven a estar armando lío cuando queda tan poco para la visita del Papa. ¿En serio? ¿De verdad os quejáis de los indignados? Esto debe ser una broma.


Pensaba que uno de los pilares de la Iglesia Católica Apostólica Romana era la beneficencia y que otro era la ayuda al prójimo. Entonces no entiendo por qué ponen el grito en el cielo porque haya gente luchando para poder cubrir sus necesidades básicas, como pueden ser trabajo, pensión, vivienda digna, sanidad pública y representación en el Congreso. Reitero: NECESIDADES BÁSICAS.


¿Qué pasa, que hay que estar viviendo entre cartones para que la Iglesia se apiade de uno? ¿Que tenemos que superar el umbral de extrema pobreza para que sientan un poquito de solidaridad? Lo peor de todo esto es que la dichosa visita de Ratzinger la estamos pagando los ciudadanos con nuestros impuestos (bueno, los afortunados que tenemos un trabajo de mierda) cuando ni siquiera es una visita institucional, y tenemos que escuchar cómo se pronuncian una serie de personajes que viven del cuento y que en lugar de ayudar al prójimo piden a los Estados que les paguen sus Encuentros con la Juventud.


Que se le de más importancia a una visita no institucional del Papa en un país constitucionalmente laico que a la Jornada de Reflexión, nos permite atisbar el legado de un sistema fascista que murió un 20 de noviembre y parece va a retornar en la misma fecha.


Que Dios nos pille confesados, especialmente a los que no tenemos fe.

lunes, 1 de agosto de 2011

El bucle del desvalido

Esta mañana estaba saliendo del metro en Cuatro Caminos, y me han intentado robar.
Iba tan tranquila, con mi música, a punto de subir las escaleras que dan a Reina Victoria y he notado un movimiento raro en el bolso, y al darme la vuelta cuál ha sido mi sorpresa al ver a un chico detrás, de unos veinte años, haciendo un movimiento sospechoso. Se me ha hecho evidente que estaba intentando abrir la cremallera del zaguán de mis tesoros cotidianos, así que me he puesto a gritar como una energúmena (por supuesto, como buena reacción en mí esperada me he cagado en Dios dos veces) diciéndole que qué coño hacía (literalmente), y le arrollado con una embestida en el torso que le ha hecho retroceder dos o tres pasos.
Acto seguido he continuado mi camino como si tal cosa, aunque he de reconocer que me temblaba el pulso, y al girar la esquina he visto al veinteañero pseudo-delincuente (al menos en este caso) sentado en un poyete de un banco como si tal cosa, con un par de colegas a los que probablemente les comentaba la jugada.


Al tomar el autobús que me dirige al agradable despacho donde desempeño mi labor de becaria por un módico precio me ha dado por pensar en la situación, y he llegado a la conclusión de que es cierto eso de que el que menos tiene es al que más le roban, y no es de recibo atribuirle escándalo tal únicamente a nuestra querida Hacienda pública y su sistema retributivo.


Este incidente ha ocurrido a eso de las 8 y media de la mañana, de un lunes, en agosto. El haber visto al chaval con sus adláteres al girar la esquina el autobús me ha dado por pensar que probablemente estaban esperando a que pasara un poco el revuelo (mis gritos realmente han formado un poquito de escándalo) para volver a sumergirse en el metro buscando otros bolsos donde meter la mano. Madrugan para robar, pues ese es su trabajo.


Yo no es que quiera hacerme la víctima, pero me pongo de ejemplo porque describir mi situación es describir la situación del joven español (por lo general indignado) que incluso sería correcto admitir que ha tenido un poco de suerte. Estoy haciendo prácticas y obtengo remuneración por ellas (¡juhu, ni si quiera me da para pagar el alquiler!), como tengo el vicio de comer tres veces al día también soy camarera (¡fenomenal, tengo que dar gracias por tener 25 años y un trabajo mal pagado!), pero al menos me llegan los euros para a fin de mes para comprarme el abono-transportes (¡bien, accedo al lujo de ir hacinada sudando la gota gorda porque por la crisis no ponen aire acondicionado en los servicios mínimos de agosto!).
Y justamente hoy, a punto he estado de quedarme sin lo único de valor que llevaba en el bolso, porque supongo que mi tarjeta de débito a -50 euros no tiene mucho de dónde sacar...


Y esa es la realidad, los que tienen pasta se pagan la videovigilancia 24 horas en sus casas, van al trabajo (si es que trabajan) en cochecito con plaza de garaje en sus respectivos destinos, los carteristas husmean a la gente que no tiene dinero para coger un taxi, los asaltadores suelen atracar por los barrios obreros (porque yo curro en el Barrio de Salamanca y habrá mucho pijo, pero se camina tranquila), y los curritos que nos encargamos de levantar el puñetero país a diario, somos los que más pagamos (en precios relativos) al hacer la declaración de la renta. ¡Claro que si tuviera dinero lo metería en una cuenta en Suiza! Pero para los que no lo tenemos, nos tenemos que conformar con los servicios de Bankia que te aportan, en el mejor de los casos, un 0,5% de interés más los 20 euros que te cobran por mantenimiento de tarjeta (lo que unido al maravilloso salario de putiempleado te hace perder dinero todos los años).


¡Menos mal que vivimos en un Estado de Bienestar!