viernes, 20 de enero de 2012

El poder selectivo de los medios

Hoy ha muerto Wilmar Villar, un disidente cubano que llevaba 50 días en huelga de hambre. La noticia aparece en portada de las webs de El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia y Público, y es portadísima y como primera y gran noticia en la web de Intereconomía. 

No le voy a restar importancia, porque es cierto que Wilmar Villar fue condenado en noviembre como preso político, y ante todo hay que defender los derechos humanos. No voy a defender el régimen Castrista aun siendo relativa simpatizante -alabo el trabajo que hizo Fidel en los años ´60 y ´70, pero la renovación política de su sistema es necesaria desde hace 30 años-, pero la actuación de los medios españoles respecto al mismo me parece vergonzante.

La crucifixión de la que es presa Cuba parte de un poder selectivo indecente. Se trata de atacar su sistema sin ningún miramiento, con una alevosa subjetividad combativa que hacen patentes las mismas técnicas propagandísticas y de influencia ideológica que a la vez critican. Y la hipocresía que se demuestra al llevar a cabo tal tratamiento periodístico debería ser objeto de algún tipo de sanción.

Sin entrar en valoraciones sobre el régimen Castrista, independientemente de su legalidad o no, es indudable que es objeto de una caza de brujas bascosa. Es inconcebible que se machaque de tal manera determinada política y que, a la vez, los medios se limpien las manos respecto a otras mucho peores -y digo peores por los resultados en cuanto a violación de derechos humanos se refiere-. 

¿Qué pasa con las dictaduras árabes? ¿Bashar Al Assad (Siria), Ali Abdullah Saleh (Yemen), El rey Abdullah (Arabia Saudí) o el que posteriormente fue el malo malísimo de Gadafi (Libia) son ultra defensores de los derechos humanos? ¿Cómo es posible que todos los medios se hagan eco censurando el régimen cubano a la mínima oportunidad, y al mismo tiempo todas las noticias relacionadas con dictadores de países poseedores de recursos petrolíferos se traten de una forma aséptica y anodina?

¡Ah, ya sé! ¡Es que el auténtico poder lo tienen los mercados, por lo que hay que machacar ideológicamente a Cuba porque no tiene recursos de los que EEUU y Europa puedan aprovecharse!

Como ya he dicho, no voy a entrar en si el régimen Catrista es laudable o no, pero creo que si hay motivos para censurarlo, hay motivos también para censurar otros regímenes que son mucho peores. A modo anecdótico, y centrándome en el tratamiento de los medios de determinadas informaciones, voy a relatar un pequeño suceso.

¿Recuerda alguien el seguimiento que se hace de los intentos de escape de la isla caribeña? ¿Recuerda alguien la movilización mediática que supuso el caso de Elián, "el niño balsero"? Pues bien, el pasado 25 de diciembre murieron nada más y nada menos que 38 personas en las costas cubanas. Que alguien adivine por qué la repercusión en España ha sido ínfima -por no decir nula-. Que alguien adivine por qué no se aprovecharon tales muertes para criticar el pauperismo al que se ve sometida la ciudadanía cubana. ¿Lo adivinan? Los 38 balseros no eran cubanos huyendo del régimen Castrista hacia Miami, sino que eran haitianos huyendo de la represión capitalista hacia Cuba. A partir de esto, que cada uno saque sus propias conclusiones

miércoles, 18 de enero de 2012

Datos sobre Manuel Fraga

- Julián Grimau, comunista clandestino durante la dictadura franquista, fue detenido en 1962 acusado de perpetrar crímenes durante la Guerra Civil Española. Debido a la presión internacional, Manuel Fraga -por aquel entonces Ministro de Información y Turismo- comenzó una campaña en el exterior en la que le acusaba de un sinfín de atrocidades por las que, sin haber sido demostradas, fue ejecutado el 20 de abril de 1963. Por cierto, Julián Grimau fue más conocido por Fraga como "ese caballerete".


- Enrique Ruano Casanova fue un estudiante de derecho que el 17 enero de 1969 fue detenido por la Brigada Político Social (es decir, la policía política del franquismo) por repartir octavillas en contra del Régimen dictatorial español. Tres días más tarde murió en circunstancias un tanto extrañas que nunca fueron esclarecidas. Ante las protestas del padre de Ruano por las oscuras circunstancias de la muerte, Manuel Fraga lo llamó por teléfono y le recordó que tenía "otra hija de la que ocuparse".


- Manuel Fraga era Ministro de Gobernación (el equivalente actual a Ministro del Interior) de Arias Navarro -Juan Carlos I ya era Rey de España- cuando un grupo de policías entró en una iglesia de Vitoria el 3 de marzo de 1976 y disolvió a tiros una asamblea de trabajadores en huelga. Murieron 5 personas. Fraga no buscó culpables, ninguno de esos crímenes de Estado fue juzgado.


- En 1976 negó a los trabajadores y parte de la oposición el derecho a manifestarse el 1º de Mayo, acuñando la frase "la calle es mía".


- El 9 de mayo de 1976 Manuel Fraga permitió, como Ministro de Gobernación, una romería de carlistas que consistía en ascender a Montejurra (Navarra). El SECED (un servicio de inteligencia creado por Carrero Blanco) y los Mercenarios de Cristo Rey contrataron mercenarios ultra derechistas para que provocasen un altercado que acabase con el movimiento carlista desde dentro, durante dicha romería. El resultado se contabilizó en la expulsión de Sixto de Borbón-Parma -el candidato carlista al trono- y dos muertos. Manuel Fraga definió estos altercados como "una pelea entre hermanos". La Audiencia Nacional dijo en 2003 que los dos muertos habían sido "víctimas del terrorismo" (de Estado, por supuesto).


- El 23 de septiembre de 1976 Manuel Fraga fundó Alianza Popular, un partido que a pesar de considerarse "partidario de una democracia de corte europeo", acogió en su seno a siete ex ministros franquistas (las democracias de corte europeo repudiaron su pasado dictatorial incluso desde la derecha). Tras la fundación de AP, Manuel Fraga dijo: "creemos en la democracia, pero en la democracia con orden, con ley y con autoridad".


- El 15 de enero de 2012, Manuel Fraga falleció a los 89 años. A pesar de haber formado parte de una dictadura represiva y de haber elegido la opción democrática a última hora, como para así poder perpetuarse en el poder, los panegíricos del día siguiente lo alababan como persona y como demócrata. 




¿Un gran demócrata? ¿Fraga?
¿Ese que el 21 de noviembre de 1975 dijo de Franco que era "el mayor y más representativo de los españoles del siglo XX" y "uno de los mayores gobernantes que hemos tenido en nuestra historia"?
¿Un gran demócrata? ¿Fraga?
¿Ese que dijo que "la legalización del Partido Comunista es un verdadero golpe de Estado"?


¡Cómo se nota que la historia la escriben los vencedores! ¡Y cómo se nota la mayoría absoluta del PP y el miedo que conlleva!





lunes, 16 de enero de 2012

La injusticia de Garzón

Muchas veces se ha oído la frase "la realidad supera la ficción". Y es cierto. A veces lo inimaginable no sólo es verdad, sino que llena las portadas de los periódicos y lo asimilamos como natural, como nada extraordinario.


Así es el caso del juez Baltasar Garzón, diana de la animadversión de la derecha y de la simpatía de la izquierda, que ahora más que un juez, parece un debate político en torno al que giran las dos Españas. ¿Cómo es posible que Garzón haya pasado de ser el mejor juez español a ser objeto de una caza de brujas tan severa y vengonzante? La respuesta es fácil: no es lo mismo atacar al PP que atacar al PSOE.


Aplaudido por ser el único juez con el valor de imputar a un dictador vivo, Garzón llegó a ser un pseudo héroe nacional cuando le echó un par y dijo que Pinochet debería ser encarcelado. Ese reconocimiento internacional es, quizás, el que pueda salvarlo ahora. Lo que da un poco de pena es que ni siquiera en su país de origen se le reconozcan los méritos, pues mientras que que en el exterior lo elogian por querer condenar a un dictador que llevó a cabo crímenes de lesa humanidad, en España es como si esa acción no tuviera mérito -lo cual es comprensible, hoy mismo estamos conmocionados por la muerte del "gran demócrata Fraga", obviando todas las ejecuciones que firmó por crímenes políticos a la izquierda-.


Lo que veo peligroso de todo el asunto de Garzón no es que lo quieran imputar en sí, sino que haya destapado una de las mayores redes de corrupción habidas y por haber en nuestro país, y que lo que importe sea si el modus operandi de averiguación sea o no el más ortodoxo. Pero bueno, quién se va a extrañar de tal cosa, cuando hemos permitido que imputados por esa trama y por otras muchas sigan presentándose a las elecciones... ¡y las ganen! ¡No sólo nos da igual que se presenten políticos corruptos, sino que además les votamos!


En mi humilde opinión, lo que necesitamos en España son más jueces como Garzón, que le echen un poco de valor para encarcelar a los que consiguen el poder gracias a la extorsión y las corruptelas. No es porque sea Garzón, es porque deberían ser todos los jueces así, porque sinceramente, ni cuando atacó a los GAL era tan bueno (pues contra la ilegalidad deberían luchar todos los jueces), ni cuando ataca a Gürtel es tan malo (el que roba es un ladrón, se mire por donde se mire). La gran diferencia es que si los GAL afectaron a Felipe González, a nadie le importó que Garzón se enterase a través de santo y seña, pero eso sí, que no pinche teléfonos para pillar a políticos corruptos afiliados al PP porque entonces el delincuente es él. En fin, feliz lunes

miércoles, 11 de enero de 2012

Sindicación obligatoria, sindicación libre

Parece ser vox populi que los sindicatos hace años que no defienden los intereses de los trabajadores. Y es cierto, pero a medias. Difícil ha de ser intentar imponer condiciones cuando uno se encuentra maniatado. Si te encaras al PSOE, te reduce la subvención, y si te encaras al PP, tienes miedo a que te la suprima. ¿Cómo, pues, plantar cara a la CEOE? Ya que, para colmo, la patronal cuenta con el apoyo -directo  o indirecto- de los políticos, que suelen ser propietarios y/o directivos de un amplio abanico de empresas.


Mi propuesta es sencilla: sindicación libre pero obligatoria. Esto es: obligar al trabajador a afiliarse a un sindicato pero con absoluta libertad de elección. De esta forma se generaría competencia sindical, y el agente social que no represente al trabajador o no defienda de forma fehaciente sus intereses se cambia por otro, para así conseguir que los sindicatos mayoritarios sean los más eficientes.


Casi todos los empresarios acaban afiliados a la CEOE, porque saben sobradamente que es el único organismo que va a sacar las uñas para defender sus intereses. ¿Por qué no pasa lo mismo con los trabajadores? ¿Cómo es posible que CCOO, el sindicato con mayor número de afiliados, cuente tan sólo con 1,2 millones de adscritos cuando en España hay unos 25 millones de personas entre parados y ocupados? La respuesta es sencilla: los trabajadores no confían en la efectividad de los sindicatos. Lo preocupante es que no les falta parte de razón.


Con excusas como la crisis o la flexibilidad laboral estamos permitiendo que se recorten nuestros derechos, que se reduzcan nuestros sueldos, que se abuse con nuestros horarios u que, en definitiva, estemos trabajando más por menos. ¿Y por qué no protestamos? Porque a los sindicatos mayoritarios les falta valor para echarse a la calle y plantar cara al Gobierno. ¿Y por qué no le plantan cara al Gobierno? Porque viven de él, y sería de género tonto echar piedras contra el propio tejado.


Así pues, si la sindicación fuese obligatoria, y los sindicatos se mantuviesen gracias a las cuotas de afiliación y no a las subvenciones públicas, ni los sindicatos serían las meretrices del Gobierno, ni Rosell se creería el dueño de 25 millones de personas. En un mundo plenamente capitalista, lo único que no se guía por el neoliberalismo agresivo es la fuerza madre: el trabajo. ¿A nadie se le ha ocurrido pararse a pensar por qué?


Quizás mi propuesta es meramente capitalista, pues entramos en términos de competencia, oferta y demanda y efectividad, pero creo que ante todo es pragmática: debemos luchar por que no nos quiten lo que ya tenemos, y menos en estos tiempos en los que el Estado del Bienestar se tambalea sobre sí mismo, y en los que la precariedad laboral parecen llevar más a la gratitud que al enojo. Y si la solución en adentrarnos en el sistema para defendernos, pues adelante, porque a este paso la liquidación por despido improcedente será como dice Arturo Fernández Álvarez: 20 días anuales con tiempo máximo de un año. Y al irnos, previa patada en el trasero, daremos las gracias con amplia sonrisa.



lunes, 9 de enero de 2012

El público lector necesita Público

Desde septiembre de 2007, momento en que el diario Público salió a la calle, he tenido varias fases en mi relación con ese periódico. Al principio lo acogí con entusiasmo, al fin un periódico de izquierdas dentro del panorama periodístico español, justo cuando El País empezaba a dar un "incomprensible" giro hacia la derecha en lo que a política internacional respecta ("incomprensible" hasta el momento de conocer que ese giro venía dado por el nuevo accionariado que a través de diferentes vericuetos inversionistas se hacía con el poder de Prisa). Después, he de reconocer, taché Público de demasiado radical. Pensaba que era diferente ser de izquierdas que ser colérico, feroz y crítico hasta con el más mínimo detalle.


Pero después de dio por interesarme de verdad por la política y la economía. Me dio por constatar a través de cifras, me dio por leer las noticias en diferentes medios para contrastar y ver las diferentes opciones informacionales, me dio por estudiar un poquito de teoría política y de teoría económica, y me dio por contextualizar a través de la historia lo que pasa a diario (siempre dentro de una perspectiva amateur, pues mucho, lo que se dice mucho, no sé de nada). Y en el momento en que empecé a entender un poco lo que leía, me volví más radical, y volví a abrazar a Público.


Volví a abrazar que un medio nacional ofreciera las noticias desde una perspectiva diferente, volví  a abrazar que lo que se denomina "comunicación de masas" fuese a la vez "prensa alternativa", volví a abrazar que un periódico del siglo XXI tuviese la actitud que tenían los de los años ´30: la verdadera actitud de la prensa, la voluntad de cambio, la defensa de derechos, la lucha por la consecución de mejoras, la voz crítica y la esperanza por algo mejor. Suena demagógico, lo sé, pero es que lo siento cierto. Y ya lo he dicho, cuanto más me informo, más radical me vuelvo.


Hoy he hecho un recorrido por los periódicos nacionales, y he leído lo de siempre. Periódicos económicos que lejos de ser socialdemócratas keynesianos van de la mano de las teorías del beneficio de Milton Friedman, y periódicos de información general que contienen auténticas arcadas con forma de noticia.


El Mundo y ABC, que apenas hablan de las corruptelas del PP, editorializan sobre la trama socialista en Andalucía. La Razón coloca a Báñez en primera plana para primar su postura frente a la que puedan tener los agentes sociales en materia laboral. Cinco Días defiende que el contribuyente medio tribute lo mismo que una multinacional. El Economista que augura sobre el Fondo de Reserva y se muestra comprensivo con la posibilidad de que el año que viene no se puedan pagar las pensiones. Eso hoy, pero es así todos los días. Y periódicos como La Gaceta que no me atrevo ni a mirar.


La derecha controla las autonomías, controla el Gobierno central, controla las empresas y controla las supuestas directrices que ha de tomar la fe. Con la desaparición de Público, la derecha controlaría también la práctica totalidad de la prensa convencional, y es eso lo que no debemos permitir. Sería imperdonable ver cómo se esquilma la única posibilidad de expresión que tiene alcance real y no hacer nada, repito: imperdonable. Si nos quitan lo único que nos queda, la voz, que es la bidireccionalidad informativa que legitima la democracia (en la que debe haber hueco para la pluralidad ideológica), nos quitarán la democracia misma, y ya vivimos en un país con una democracia lo suficientemente debilitada como para andar jugando con ella. 


#porquePúblicohacefalta

jueves, 5 de enero de 2012

Carta a los Reyes

- 4.422.359 parados registrados en España (según Público)
- Salario mínimo interprofesional (congelado) de 641,40 € mensuales
- El salario más común en España ronda los 15.500 € anuales, lo que suponen 1107,14 € mensuales (según El País)
- El precio medio de la vivienda de segunda mano en España es 2.122 € por metro cuadrado (según Fotocasa)
- El precio medio del alquiler en España es de 7,58 € por metro cuadrado (según Fotocasa)
- El precio de la vivienda de los Príncipes de Asturias es de unos 12,5 millones de € (según Idealista.com).
- La dotación neta que percibe el Príncipe de Asturias es, anualmente, 92.217 €, por lo que tardaría 135 años en pagar su vivienda, siempre y cuando no tuviera ningún otro gasto (según Idealista.com)
- La Casa Real recibe en total 8.434 millones de € anuales (según El Mundo).
- La Infanta Cristina recibió en 2004 unos 72.000 € de los presupuestos de la Casa Real (según Bekia.es)
- Empresas en las que participaban o de las que eran propietarios la Infanta Cristina y su esposo Urdangarín recibieron 3,5 millones de € de origen público (según Público)




A partir de estos datos, dirijo mi petición anual del 5 de enero (que, casualmente, se repite con la de años anteriores).


Señores Reyes, mi único deseo para 2012 es que abandonen su cargo y nos regalen a los españoles una III República. Ya que ustedes deben tener un "comportamiento ejemplar" por el bien de la nación, reconozcan que se les ha pasado el arroz y que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y reconozcan cuál es, a partir de ahora, el suyo.

martes, 3 de enero de 2012

Ana Mato renueva su lingüística

2012 ha tardado exactamente un día en cobrarse una víctima de violencia machista. El pasado domingo una mujer de nacionalidad ucraniana moría a manos de su marido, que después de asesinarla mediante un golpe en la cabeza y un corte de cuchillo en el cuello, se quitó la vida (según informa hoy El País).


Las declaraciones de Ana Mato, reciente ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, no se han hecho esperar, y parece que ha aprendido la lección incluyendo "violencia de género" a su vocabulario para referirse a este tipo de crímenes. Realmente no sé si habrá sido porque le convenza de verdad esta definición de la violencia machista, o porque ha querido evitar las críticas de colectivos de mujeres. El caso es que la reflexión de hoy no es de tipo político, sino de tipo lingüístico.


Muchos académicos se dejan la piel aclarando que el español no es una lengua muerta, sino que es como un ser vivo que, al más puro estilo darwinista, debe ir adaptándose a los tiempos con nuevos vocablos y acepciones que enriquezcan este, nuestro idioma. Además, denuncian el exceso de palabras "comodín" que al emplearse generalizan los conceptos, cuando realmente hay otras palabras específicas de esos conceptos que terminan cayendo en desuso.


Ahora bien, como hablante del castellano con un vocabulario relativamente extenso (o, al menos, medio estadio por encima del básico), sin ser académica me atrevo a aseverar que las afirmaciones relativas a vocablos habrían de aplicarse igual a las expresiones lingüísticas. A partir de esto, está claro que la expresión "violencia en el entorno familiar" sería una generalización del concepto de "violencia machista" y, por tanto, supondría una pseudo incorrección del habla.


Teniendo en cuenta que nuestros Ministros deben ser  seres con un "comportamiento ejemplar" (al igual que la familia Real, pero eso no viene al caso), ya que suponen la representación de la ciudadanía española, su expresión oral debería ser cuidada con mimo y tratada con la mayor exactitud posible, especialmente si esos Ministros ahora mismo pertenecen al PP y estuvieron tanto tiempo -a través de los imparciales medios de comunicación de derechas- criticando la "incultura" de los Ministros socialistas. Quiero decir, ahora deberían predicar con el ejemplo.


Yendo un poquito más allá, y siguiendo con la exactitud de la lengua y la viveza de su ser, me da por pensar que habríamos de acomodarla a los nuevos tiempos y seguir avanzando en la consecución de conceptos. Esto viene a colación por la definición de matrimonio de la RAE: 
"Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales". 
La derecha española se acoge a esta definición para aclarar que el concepto de matrimonio no debe aplicarse para personas del mismo sexo, que para los homosexuales debería existir "otra palabra". ¿Qué palabra, maricomonio? En realidad este pensamiento sólo lo tiene la derecha más light, ya que para el resto los gays y lesbianas deberían ir al paredón.


El tema es que si la lengua ha de seguir un rumbo de adaptación a los tiempos y ha de demostrar que está viva, no puede ser argumento para intentar derogar una ley, y menos cuando el motivo real de las posturas contrarias al matrimonio homosexual no es la lingüística, sino la homofobia. Mi reflexión es que la RAE debería replantearse el trabajo que realiza al actualizar su diccionario, y posicionarse de una vez para acabar con un problema político que, lejos de ser una lucha para la obtención de derechos civiles, es una lucha para la supresión de derechos civiles de otros (¡hay que ser egoísta!).


Propongo que "matrimonio" se amplíe en una acepción para definir la unión sentimental entre personas del mismo sexo, así la única excusa loable (no por ser loable en sí, sino por al menos ser sincera) del PP para estar en contra será la homofobia, y realmente así pondría sus cartas sobre la mesa. Pero bueno, hasta que la RAE decida ponerse a trabajar para ayudar a millones de personas a tener derechos civiles dignos, al menos tenemos la tranquilidad de poder decir ALMÓNDIGA sin que sea incorrecto, en esos vocablos son en los que realmente se preocupan nuestros académicos.