jueves, 10 de enero de 2013

¿Política o fútbol?

Recuerdo cuando empecé a navegar por la red social Twitter. Recuerdo cómo me escandalizaba ver el país patas arriba y que los llamados temas del momento girasen en torno al fútbol. Recuerdo la incomprensión que me despertaba ver cómo una falta de juego o un penalti no pitado desataban más iras que las políticas de desajuste, la limitación de derechos o la ampliación de deberes ciudadanos. Recuerdo cómo, también, había cosas del fútbol que no podía dejar pasar y hube de comentarlas, ante lo cual @Alvaro_Gut_Bo me hizo una inteligente pregunta: "¿Por qué criticas algo que después comentas?". Hace unos meses, mientras se disputaba la Eurocopa de fútbol, mi vecina Carmen también me decía no entender por qué alguien con tanta conciencia política se preocupaba tanto por ver jugar a la Selección española.

La supuesta incompatibilidad que parece existir entre el activismo político y la pasión por el fútbol parece extenderse más allá de mi caso personal, y más allá del momento actual: "Dadle pan y circo al pueblo para tenerlo entretenido" es una frase atribuida a emperadores romanos, de la que se extrae la conclusión de que, si los gobernantes llenan la barriga y ocupan el tiempo libre de los gobernados, la paz social está asegurada. Actualmente, se evitaría el anacronismo lingüístico cambiando "circo" por "fútbol", aunque, como dijo Shakespeare, "nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con el que se mira".

Creo que el problema de esta disyuntiva resulta de extrapolar dos conceptos independientes, que no son incompatibles, para convertirlos en rivales. Ni una persona tiene convicciones más firmes porque no le guste el fútbol, ni un aficionado del fútbol tiene por qué estar alienado. La confrontación viene de donde vienen la mayoría de los problemas sociales: de la falta de empatía y de los fundamentalismos. Quien solo piensa en fútbol y no le interesa el panorama político, está faltando a su deber como ciudadano; quien solo piensa en política y no deja hueco al desahogo intelectual -ni para él, ni para el resto-, está incurriendo en un tipo de fascismo.

La gran problemática que conlleva el mundo del fútbol no radica en que levante pasiones, pues que exista algo en lo que personas de diferente signo consigan unirse le otorga cierta calidad de grandeza; lo mismo que ocurre con el tenis, la Fórmula 1 o el baloncesto. El gran problema del fútbol es su utilización como narcótico, su empleo como distracción, su adscripción como separador de gentes y su mala praxis como empresa. Respecto al resto, nadie debería entrometerse en lo bueno o malo que es quedar con los amigos para ver un partido, puesto que a lo mejor, antes de ese partido, hemos ejercido nuestros derechos ciudadanos asistiendo a una manifestación -o a lo mejor no-.

La conclusión a la que quiero llegar es que no hay confundir las peras con las manzanas. Lo realmente malo no es que Cristiano Ronaldo cobre 1 millón de euros al mes, es que cotice como una enfermera. Lo realmente malo no es que los clubes de fútbol muevan millones, sino que no paguen el IRPF de los fichajesLo realmente malo no es que los jugadores del Barça hablen en catalán, es que ese hecho se utilice para politizar un deporte. Lo realmente malo no es que Esperanza Aguirre haga declaraciones comprometidas sobre fútbol, sino que haga uso de esas declaraciones para desviar la atención sobre su incumplimiento del déficit. Lo realmente malo no es que en Twitter se hable de fútbol, sino que el fútbol movilice más que los recortes sociales. Lo realmente malo, en definitiva, no es que el fútbol levante pasiones, sino que esas pasiones adormezcan el resto de nuestros sentidos.

martes, 8 de enero de 2013

Nace el Partido X. El partido del futuro

Ha nacido una nueva iniciativa política con vistas a mejorar las relaciones de las instituciones con los ciudadanos: el Partido X, que trata de alejar la idea de diputado como chupóptero de la sociedad para acercarla a la de "empleado público electo para el bien común"; y cuyo programa político es claro: "democracia y punto".

El principio del partido es que los ciudadanos, mediante Iniciativas Legislativas Populares y referéndums vinculantes, vayan elaborando las leyes que han de regir el devenir de nuestros días. La idea es buena, demasiado aparatosa en lo que a burocracia se refiere, pero buena.

Asentado en cuatro pilares básicos: referéndum vinculante y obligatorio, WikiGobierno (elaboración de legislación participativa y transparente), derecho a voto real y permanente, y transparencia; el Partido X parece nacer con la máxima de eliminar la no-definición democrática que copa las reivindicaciones sociales: "lo llaman democracia y no lo es".

Teniendo en cuenta que en la supuesta democracia española se han realizado los mismos referendos que en la pasada dictadura o en la llamada Transición (es decir, dos por cada periodo), es plausible admitir que España de democrática tiene poco. Y teniendo en cuenta el malestar que genera el asentamiento oligarca de la clase política en entramados empresariales y relaciones más económicas que encauzadas a la consecución del bien común, quizás esta nueva propuesta hace atisbar algo de luz al final del túnel.

Hace año y medio, cuando el #15M revolucionó la conciencia social de España y a los que, en mayor o menor medida, nos vimos involucrados en el movimiento nos hizo replantear la necesidad de regeneración política de nuestro país, la consciencia de un hartazgo político bloqueó cualquier intento de crear una formación con vistas a introducirse en el Parlamento. Sin embargo, el común deseo de cambios pacíficos -que chocan con los ideales revolucionarios- y la inoperancia a la que el ciudadano medio se ve abocado, hacen obligatoria la creación de un partido político para llevar a cabo las reformas que tanto anhelamos.

La Historia demuestra que se puede cambiar el sistema desde dentro, poco a poco y sin fracturas traumáticas, por lo que la noticia de la creación de un nuevo partido encaminado a ello se me antoja oportuna y excelsa. Esperemos que este proyecto avance con las mismas buenas intenciones con que parece haber nacido, pues el camino será duro tanto por las trabas que ha de encontrar, como por la fragilidad de pensamiento que condena el atisbo de poder.

Os dejo el enlace de la página, para los curiosos que quieran darse una vuelta por esta utopía
http://partidodelfuturo.net/

viernes, 4 de enero de 2013

Tenemos Rato para rato

Cuando la desvergüenza no tiene límites, cuando los sentidos se adormecen, cuando las clases medias se alienan bajo el pretexto del miedo a un futuro peor, cuando la casta política es dueña y señora de la administración pública y la empresa privada a la vez, cuando la justicia es marioneta inoperante al servicio de los poderosos (ahora, los que tenemos recursos limitados no podremos acceder a ella), cuando la vejación del Estado del Bienestar se consuma argumentando su defensa, y cuando el escándalo político repercute únicamente en las portadas de los periódicos (y si acaso), nos encontramos ante un sistema anacrónico y moderno a la vez.

Son varias las veces que he escuchado la teoría de que, actualmente, asistimos a una auténtica revolución social, pero desde arriba. Son los políticos, banqueros y empresarios los que, con fervor, y con la excusa de una crisis que ellos mismos crearon, defienden unos cambios institucionales cuyo fin último es la legitimación y persistencia del modelo económico actual. Y les estamos dejando.

No voy a adentrarme en batallas doctrinales sobre algo de lo que ya advirtió Karl Marx hace siglo y medio: "El capitalismo cava su propia tumba". El modelo económico está, ciertamente, en vías de extinción, y la variación a la que estamos asistiendo es una regresión temporal al Antiguo Régimen, traducida en la optimización de beneficios empresariales (¡y personales!) a través de precarización laboral, disminución de salarios y crecimiento de una idea difusa que en la realidad tiene multitud de nombres y apellidos: exclusión social de los más débiles.

Simplemente voy a hacer una observación que en realidad no considero ni siquiera política, sino que la estimo encuadrada en el sentido común: ¿por qué seguimos permitiendo que los políticos, tecnócratas, banqueros y empresarios siempre lo dejen todo "atado y bien atado"? ¿Qué hace falta para hagamos efectiva la máxima democrática (gobierno para el pueblo)?

Como una piedra me ha dejado la gran noticia de hoy: Rodrigo Rato ha fichado como consejero asesor para Telefónica en Europa y Latinoamérica. ¡Rodrigo Rato! El mismo que presidía Bankia cuando tuvo que ser intervenida por el Estado Español con más de 23.500 millones de euros, el mismo que meses antes había dicho que el beneficio de la entidad era de aproximadamente 300 millones de euros, el mismo que, casualmente, era Vicepresidente segundo del Gobierno de Aznar y ministro de Economía y Hacienda cuando Telefónica se privatizó...

Lo de dejarlo todo "atado y bien atado" es una expresión que se atribuye al Generalísimo, relativa a los deseos continuistas de Franco cuando veía al encapuchado de la hoz acercarse. En principio, nos han hecho creer que la dictadura es pasado, que no todo se "ató y bien ató" y que vivimos en una democracia madura. Sin embargo, la Transición Española comienza su andadura por trigésimo octavo año consecutivo. Al régimen de Franco le ha pasado lo que le pasa a la energía: ni se crea ni se destruye, se transforma. 

La misma oligarquía caciquil que gobernaba en  España durante la Restauración Canovista, que se adaptó a la dictadura de Primo de Rivera, que se molestó con la II República y se alzó en su contra provocando una Guerra Civil, es la misma oligarquía caciquil que gobierna España en pleno siglo XXI. Podrá tener diferente rostro, pero eso se debe exclusivamente a que ahora son sus hijos y nietos los que gobiernan (unos se hacen estatuas en aeropuertos fantasmas, otros les dicen a los parados "que se jodan", y en esas estamos). Ahora son los herederos de la podredumbre política larvada a lo largo de siglos los que, en aras de la libertad -económica- y como "grandes demócratas" nos siguen dando lecciones sobre quién manda aquí, y sobre cuál es nuestro sitio.

Rodrigo Rato, uno de los máximos artífices de la privatización de Telefónica (o, al menos, uno de los máximos testigos) ficha por la multinacional cuando, casualmente, su imagen pública está más que deteriorada, y cuando su labor como gestor es más que cuestionable. Sin embargo, ahora dará "consejos" a la dirección de Telefónica en las regiones de Europa y América Latina. 

Una de las características más representativas de la Restauración Canovista y de las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco era el enchufismo desarrollado a través de los caciques por toda la geografía española, un amplio intercambio de favores políticos a cambio de favores económicos o de otra índole. Se ve que Rodrigo Rato debió hacer muchos amigos en Telefónica cuando era ministro de Economía y Hacienda. Se ve que Rodrigo Rato debió hacer muchos amigos cuando formaba parte del mismo Gobierno que privatizó Telefónica.