Recuerdo cuando empecé a navegar por la red social Twitter. Recuerdo cómo me escandalizaba ver el país patas arriba y que los llamados temas del momento girasen en torno al fútbol. Recuerdo la incomprensión que me despertaba ver cómo una falta de juego o un penalti no pitado desataban más iras que las políticas de desajuste, la limitación de derechos o la ampliación de deberes ciudadanos. Recuerdo cómo, también, había cosas del fútbol que no podía dejar pasar y hube de comentarlas, ante lo cual @Alvaro_Gut_Bo me hizo una inteligente pregunta: "¿Por qué criticas algo que después comentas?". Hace unos meses, mientras se disputaba la Eurocopa de fútbol, mi vecina Carmen también me decía no entender por qué alguien con tanta conciencia política se preocupaba tanto por ver jugar a la Selección española.
La supuesta incompatibilidad que parece existir entre el activismo político y la pasión por el fútbol parece extenderse más allá de mi caso personal, y más allá del momento actual: "Dadle pan y circo al pueblo para tenerlo entretenido" es una frase atribuida a emperadores romanos, de la que se extrae la conclusión de que, si los gobernantes llenan la barriga y ocupan el tiempo libre de los gobernados, la paz social está asegurada. Actualmente, se evitaría el anacronismo lingüístico cambiando "circo" por "fútbol", aunque, como dijo Shakespeare, "nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con el que se mira".
Creo que el problema de esta disyuntiva resulta de extrapolar dos conceptos independientes, que no son incompatibles, para convertirlos en rivales. Ni una persona tiene convicciones más firmes porque no le guste el fútbol, ni un aficionado del fútbol tiene por qué estar alienado. La confrontación viene de donde vienen la mayoría de los problemas sociales: de la falta de empatía y de los fundamentalismos. Quien solo piensa en fútbol y no le interesa el panorama político, está faltando a su deber como ciudadano; quien solo piensa en política y no deja hueco al desahogo intelectual -ni para él, ni para el resto-, está incurriendo en un tipo de fascismo.
La gran problemática que conlleva el mundo del fútbol no radica en que levante pasiones, pues que exista algo en lo que personas de diferente signo consigan unirse le otorga cierta calidad de grandeza; lo mismo que ocurre con el tenis, la Fórmula 1 o el baloncesto. El gran problema del fútbol es su utilización como narcótico, su empleo como distracción, su adscripción como separador de gentes y su mala praxis como empresa. Respecto al resto, nadie debería entrometerse en lo bueno o malo que es quedar con los amigos para ver un partido, puesto que a lo mejor, antes de ese partido, hemos ejercido nuestros derechos ciudadanos asistiendo a una manifestación -o a lo mejor no-.
La conclusión a la que quiero llegar es que no hay confundir las peras con las manzanas. Lo realmente malo no es que Cristiano Ronaldo cobre 1 millón de euros al mes, es que cotice como una enfermera. Lo realmente malo no es que los clubes de fútbol muevan millones, sino que no paguen el IRPF de los fichajes. Lo realmente malo no es que los jugadores del Barça hablen en catalán, es que ese hecho se utilice para politizar un deporte. Lo realmente malo no es que Esperanza Aguirre haga declaraciones comprometidas sobre fútbol, sino que haga uso de esas declaraciones para desviar la atención sobre su incumplimiento del déficit. Lo realmente malo no es que en Twitter se hable de fútbol, sino que el fútbol movilice más que los recortes sociales. Lo realmente malo, en definitiva, no es que el fútbol levante pasiones, sino que esas pasiones adormezcan el resto de nuestros sentidos.
Bueno,yo pienso que el problema del fútbol es la ignorancia que hay hacia esa empresa.
ResponderEliminarPara mí la religión unida a la política es craso error,lo mismo ocurre con ese negocio llamado fútbol,fútbol unido a política error ¡¡y engaño!!,engaño hacia los que lo siguen ya que en su mayoría lo ven como deporte.
No soy periodista ni me interesa los movimientos económicos de los clubes,soy ciudadano y como tal me indigna ver como el fútbol sigue ligado a la política.Recuerdo unas imágenes del no-do en las cuales el Sr.Bernabéu salía rodeado de personajes políticos del momento compartiendo humo de puro y sonrisas.Todo sigue igual,los presidentes de ciertos equipos siguen utilizando su buena posición y contactos para conseguir ciertos favores.El caso Cristiano Ronaldo y los 76.5 millones de euros de Caja Madrid fue un claro ejemplo de enchufismo español,¡¡¡ESO SI QUE ES DEPORTE NACIONAL!!!
Muy Bueno tu blog :)
Muy de acuerdo con casi todo lo que dices; me hace pensar en las notas biográficas que puedes encontrar sobre Agustín Rueda Sierra (1952-78), un luchador enterrado en la historia al que mataron a golpes los carceleros de Carabanchel mientras intentaban que delatara a quienes preparaban una fuga con él... Agustín fue uno de los fundadores del equipo de fútbol, deporte que le apasionaba, de su pueblo. El deporte no está nada reñido con el activismo político, tradicionalmente ha sido más bien al contrario y, fuera por fomentar la autodefensa o, simplemente, por fomentar la vida social de los jóvenes y el cuidado del cuerpo, el deporte abundaba entre anarquistas, socialistas, etc.
ResponderEliminarPero, para ser honest@s, hay que reconocer que estamos hablando de dos cosas distintas. No es lo mismo ver un partido que jugar un partido, como no es lo mismo ver una película porno que acostarse con alguien y no es lo mismo votar a polític@s profesionales para que tomen decisiones que tomar un@ mism@ las decisiones. El símil puede parecer una broma, pero yo diría que lo "indirecto" está demasiado normalizado, el hecho de ser espectadores y no actores está demasiado normalizado y, si bien no veo nada criticable el asistir a uno, dos o cien espectáculos, debería inquietarnos el peso que tienen, comparados con aquello que hacemos nosotr@s mism@s.
Como dijo Feuerbach hace más de ciento setenta años: "Y sin duda nuestro tiempo... prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser... "