miércoles, 11 de enero de 2012

Sindicación obligatoria, sindicación libre

Parece ser vox populi que los sindicatos hace años que no defienden los intereses de los trabajadores. Y es cierto, pero a medias. Difícil ha de ser intentar imponer condiciones cuando uno se encuentra maniatado. Si te encaras al PSOE, te reduce la subvención, y si te encaras al PP, tienes miedo a que te la suprima. ¿Cómo, pues, plantar cara a la CEOE? Ya que, para colmo, la patronal cuenta con el apoyo -directo  o indirecto- de los políticos, que suelen ser propietarios y/o directivos de un amplio abanico de empresas.


Mi propuesta es sencilla: sindicación libre pero obligatoria. Esto es: obligar al trabajador a afiliarse a un sindicato pero con absoluta libertad de elección. De esta forma se generaría competencia sindical, y el agente social que no represente al trabajador o no defienda de forma fehaciente sus intereses se cambia por otro, para así conseguir que los sindicatos mayoritarios sean los más eficientes.


Casi todos los empresarios acaban afiliados a la CEOE, porque saben sobradamente que es el único organismo que va a sacar las uñas para defender sus intereses. ¿Por qué no pasa lo mismo con los trabajadores? ¿Cómo es posible que CCOO, el sindicato con mayor número de afiliados, cuente tan sólo con 1,2 millones de adscritos cuando en España hay unos 25 millones de personas entre parados y ocupados? La respuesta es sencilla: los trabajadores no confían en la efectividad de los sindicatos. Lo preocupante es que no les falta parte de razón.


Con excusas como la crisis o la flexibilidad laboral estamos permitiendo que se recorten nuestros derechos, que se reduzcan nuestros sueldos, que se abuse con nuestros horarios u que, en definitiva, estemos trabajando más por menos. ¿Y por qué no protestamos? Porque a los sindicatos mayoritarios les falta valor para echarse a la calle y plantar cara al Gobierno. ¿Y por qué no le plantan cara al Gobierno? Porque viven de él, y sería de género tonto echar piedras contra el propio tejado.


Así pues, si la sindicación fuese obligatoria, y los sindicatos se mantuviesen gracias a las cuotas de afiliación y no a las subvenciones públicas, ni los sindicatos serían las meretrices del Gobierno, ni Rosell se creería el dueño de 25 millones de personas. En un mundo plenamente capitalista, lo único que no se guía por el neoliberalismo agresivo es la fuerza madre: el trabajo. ¿A nadie se le ha ocurrido pararse a pensar por qué?


Quizás mi propuesta es meramente capitalista, pues entramos en términos de competencia, oferta y demanda y efectividad, pero creo que ante todo es pragmática: debemos luchar por que no nos quiten lo que ya tenemos, y menos en estos tiempos en los que el Estado del Bienestar se tambalea sobre sí mismo, y en los que la precariedad laboral parecen llevar más a la gratitud que al enojo. Y si la solución en adentrarnos en el sistema para defendernos, pues adelante, porque a este paso la liquidación por despido improcedente será como dice Arturo Fernández Álvarez: 20 días anuales con tiempo máximo de un año. Y al irnos, previa patada en el trasero, daremos las gracias con amplia sonrisa.



6 comentarios:

  1. Hombre si es obligatoria no es libre, al menos para el trabajador que no quiera estar afiliado. Los sindicatos al igual que muchas otras actividades (por ejemplo los toros) no deberían recibir ningún tipo de subvención, y se tendrían que mantener con el dinero de los afiliados y de quien quiera mantenerlo. Así lo mismo demostraban que están ahí para algo y que merece la pena tener a un tío que dice defender mis derechos como trabajador con un sueldo de empresario y vicios de millonario como son viajes y cruceros a todo trapo (por ejemplo algún dirigente de ugt o coco)

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  2. El problema es que si los trabajadores no se sindican, nadie lucha por ellos, ni siquiera ellos mismos. Así pasa, que el PP sube el IRPF haciendo patente que mintió durante campaña, y todavía nadie ha salido a la calle, no ha habido movilizaciones y no se dice nada...

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    1. Bueno, nadie ha salido a la calle, porque llevamos años que deberíamos vivir en la calle, precisamente porque los sindicatos solo han demostrado ser una parte "vendida". Es la pescadilla que se muerde la cola. Si obligas a algo, no es libre y por lo tanto no es bueno. Pero esto se debate mejor con un cafe.
      Mi voto es un no, por los sindicatos tal y como se conocen y funcionan a día de hoy. En los últimos 8 años de una pésima política hacia los trabajadores, donde el gobierno debía mirar por políticas sociales y de empleo, y no se han hecho, estos sindicatos solo salieron cuando se les anuncio que al mismo sindicato se le menguaba la cuota a percibir por el estado. Bueno, que queda pendiente de un cafe.
      Firma un anónimo no anónimo ;)

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    2. Sólo voy a decir una cosa:
      los sindicatos, tal y como están planteados hoy en día (por lo menos en España) deberían desaparecer, porque como tú bien dices, llevan 8 años sin cumplir su función. Es de coña que éste vaya a ser el tercer intento de reforma laboral fracasado, por tanto hay que replantearlos, ya que se supone están para cumplir una función que no cumplen.
      La sindicación obligatoria es demasiado radical, pero realmente son un agente necesario, y como tal y como se estructuran actualmente son incompetentes, lo que propongo es un nuevo modelo, comenzando con la creación de un nuevo planteamiento sindical y eliminando el actual.

      Queda pendiente ese café, el puente del día del padre arreglamos cuentas ;)

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  3. Muy bien dicho! A las calles, radicalización YA

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  4. Es una idea polémica, pero debería servir para dar qué pensar... no creo que la autora piense que Mariano y cía. van a leerlo y tomar nota, pero debería dar que pensar sobre unos sindicatos que se dedican a autojustificarse, utilizando su desentrenada capacidad de movilizar para ello.
    La cuestión, al final, es que la gente luche, ¡no os parece?
    Sobra la memoria colectiva al respecto: "La organización es la organización de las tareas", decía mucha gente de la generación anterior a la nuestra; "La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos o no será", decían en la AIT hace 140 años y, así estamos, que con tanto confiar en gobiernos, sindicatos, partidos y demás, nos hemos dejado los "deberes" sin hacer.

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